Ciencia, Tecnología y Sociedad, CTS, corresponde al nombre que se le ha venido dando a una línea de trabajo académico e investigativo, que tiene por objeto preguntarse por la naturaleza social del conocimiento científico-tecnológico y sus incidencias en los diferentes ámbitos económicos, sociales, ambientales y culturales de las sociedades occidentales (principalmente). A los estudios CTS también se les conoce como estudios sociales de la ciencia y la tecnología.
Sus orígenes se remontan a la década de los 60, con la movilización social por los problemas relacionados con el desarrollo tecnológico. La preocupación por la ciencia y la tecnología se venía manifestando desde la segunda guerra mundial, aquella que dejó más de cuarenta millones de muertos, con la posición de varios físicos que cuestionaron e incluso abandonaron sus experimentaciones en el campo de la energía nuclear, decepcionados por la forma como sus trabajos de investigación habían sido utilizados en la producción y utilización de la bomba atómica. Estos científicos buscaron otras ciencias, como la Biología, para trabajar desde allí por un conocimiento que contribuyera a la vida y no a la destrucción de la misma2 . La ciencia, sinónimo de razón y de verdad, de progreso de la humanidad, parecía señalar el límite de su utilización a través de la creación de la bomba.
La preocupación por el desarrollo tecnocientífico creció y se multiplicó en los sesenta, bajo el escenario de la tensión internacional por la carrera armamentista y bajo el creciente deterioro del medio ambiente (Waks y Rostum, 1990). Cada vez se hizo más evidente una sensación de temor y frustración generalizados, cuya fuente de origen parecía estar ligada a la ansiedad sobre el desarrollo científico-tecnológico. En este contexto, se iniciaron diferentes propuestas sobre los valores de la civilización industrial. Por un lado, se propugnaba un cierto rechazo al desarrollo tecnológico, cuyas expresiones radicales estuvieron en las manifestaciones estudiantiles de los años sesenta y comienzos de los setenta, tanto en Europa como en Norteamérica, dirigidos principalmente contra la guerra del Vietnam; el uso del napalm se convirtió en el símbolo de los excesos de la civilización científico-tecnológica de aquella época3 . A ello se sumaron las denuncias sobre catástrofes relacionadas con la tecnología, como los primeros accidentes nucleares y los envenenamientos farmacéuticos. La preocupación por el tema ambiental ha estado íntimamente relacionada con el desarrollo científico-tecnológico, y, en particular, con la concepción de dicho desarrollo.
Esta protesta social, de la que salió el movimiento ambientalista y el hipismo como expresión existencial, fue canalizada en los espacios académicos de las universidades, tanto norteamericanas como europeas e incluso latinoamericanas –tal como se desprende de los trabajos de Jorge Sábato y Amílcar Herrera al sur del continente, en la óptica por buscar un espacio de desarrollo tecnológico más adecuado para esos países– (Vaccarezza, 1998). La movilización social sobre la ciencia y la tecnología pasó a la preocupación académica, sin perder su capacidad crítica.
En conclusión, de una postura antitecnológica y antisistema, presente en la década de los 60, se derivó hacia una actitud más positiva que pretendió dilucidar qué valores culturales subyacen detrás del logro tecnológico (Cutcliffe, 1990).
Si el siglo xx fue el de la ciencia, también lo fue para la democracia, que libró una de las más importantes batallas durante la década del 60 en la extensión de los derechos civiles frente a las amenazas relacionadas con el desarrollo científico-tecnológico (Sánchez Ron, 2000). Es en este contexto donde surgen los estudios en Ciencia, Tecnología y Sociedad.
Se considera que desde los años setenta se generaron dos grandes tendencias en los estudios CTS. Una, preocupada por los orígenes epistemológicos y sociales del conocimiento (estos últimos como reacción a la tradicional filosofía de la ciencia centrada en los aspectos epistémicos de las teorías sin mayor articulación con el campo social); tal línea, en sus orígenes, fue cultivada principalmente en Europa y tuvo como sede inicial la Universidad de Edimburgo; la segunda, de origen norteamericano, ha estado centrada en las consecuencias de ese conocimiento en los diferentes espacios de la sociedad, y es lo que permite comprender la creación temprana de oficinas de evaluación de tecnologías y la implementación de políticas públicas en ciencia y tecnología en Estados Unidos (González, et al., 1996).
Los estudios CTS se han concentrado sobre todo en tres campos (González, et al., 1996; Waks, 1990):
- En el de la investigación, promoviendo una visión socialmente contextualizada de la ciencia y la tecnología.
- En el de las políticas de ciencia y tecnología, defendiendo la participación pública en la toma de decisiones en cuestiones de política y de gestión científico-tecnológica.
- En el educativo, tanto en la educación secundaria como universitaria, contribuyendo con una nueva y más amplia percepción de la ciencia y la tecnología con el propósito de formar una ciudadanía alfabetizada científica y tecnológicamente.
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